Me reflejo en tus huellas esparcidas por los atardeceres de mi Atalaya-habitación,
Enrumbo hacia la escena (*) mil veces recordada de film “el gran Gastby” que representa la infinitud del amor convertido en un ser que nos somete.
Me abrigo en las cobijas que una a una me llega desde tu pelo, de tus susurros, de tus brisas que despejan la opacidad nubosa.
Intercambiamos señales sobre la oscuridad, el goce, la desventura, el éxtasis, en fin el viaje a retazado de la existencia.
Te escucho desde la lluvia que tantas veces calmo tu alma a la vera o desde la luz del sol que te renovó la mirada.
Huelo en ti, frutas silvestres, tierra húmeda, aromas antiquísimos que me impregnan del remanso del cazador que mis genes delatan.
Admiro tu encanto, tocándome, contándome leyendas de tus comarcas, abrasándome desde el escondite reservado que dispones para mí.
Brindamos por nosotros y soy feliz, soy un hombre feliz de serlo contigo.
12 de Marzo del 2006.
(*) Gastby mira una y otra vez en la soledad de la noche hacia la leve luz de la luminaria de la casa su amada en la otra orilla.